La ermita de San Ambrosio es un monumento de gran interés histórico (declarado BIC) y uno de los testimonios visigodos más importantes de la provincia de Cádiz. Está situada en un fértil valle al Oeste de Barbate, en las proximidades del Parque Natural de la Breña, en un lugar conocido como Cortijo del Santo. Su fundación se atribuye al obispo asidonense Pimenio en el 644 d.C., datos que se conocen gracias a la inscripción dedicatoria conservada en el edificio hasta hace poco. Pero el edificio ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo del tiempo
En época romana (siglos II a.C.-III d.C.), existió en el lugar una villa o cortijo rural de gran importancia y grandes dimensiones. De ella, en la parte delantera de la ermita, se pueden observar restos de cimentaciones de algunos muros que delimitan un patio y zonas de producción; y en la parte trasera varios muros y un aljibe. A esta época corresponden también algunos de los elementos arquitectónicos reutilizados en el edificio religioso, como los fustes de las columnas (de mármol, granito y arenisca) y los capiteles de las mismas. También proceden de la villa restos de un molino de harina, restos de pintura mural decorada con una gran belleza, recipientes cerámicos, conjunto de pesas de plomo, varios hallazgos numismáticos.
Sobre los restos constructivos existentes se levantó una ermita en época visigoda. Esta tiene planta basilical, aula dividida en tres naves y cabecera dividida en altar, prótesis y diaconicon. De esta se conserva la inscripción fundacional que se encuentra actualmente en la Ermita de la Oliva y varios enterramientos en fosa realizados con sillares, así como, algunas placas o impostas con decoración geométrica que adornaban el edificio por el exterior.
Posteriormente, este edificio sufrió numerosas remodelaciones. Las más importantes se datan en época moderna, siglo XV d.C., y constituyen el edificio tal y como lo podemos ver hoy. Estas obras se atribuyen al obispo Solís, cuyo escudo aún permanece sobre el arco de entrada. De ésta época son los muros exteriores que se anexan en la cabecera, la torre-campanario, la capilla lateral con bóveda esquifada y los arcos fajones que soportaba la cubierta a dos aguas hoy destruida.
Ermita de San Ambrosio de Barbate
Enclavado en pleno pinar de la Breña, se levanta la ermita de San Ambrosio contrucción visigotica del sur peninsular.
En época romana (siglos II a.C.-III d.C.), existió en el lugar una villa o cortijo rural de gran importancia y grandes dimensiones. De ella, en la parte delantera de la ermita, se pueden observar restos de cimentaciones de algunos muros que delimitan un patio y zonas de producción; y en la parte trasera varios muros y un aljibe. A esta época corresponden también algunos de los elementos arquitectónicos reutilizados en el edificio religioso, como los fustes de las columnas (de mármol, granito y arenisca) y los capiteles de las mismas. También proceden de la villa restos de un molino de harina, restos de pintura mural decorada con una gran belleza, recipientes cerámicos, conjunto de pesas de plomo, varios hallazgos numismáticos.
Sobre los restos constructivos existentes se levantó una ermita en época visigoda. Esta tiene planta basilical, aula dividida en tres naves y cabecera dividida en altar, prótesis y diaconicon. De esta se conserva la inscripción fundacional que se encuentra actualmente en la Ermita de la Oliva y varios enterramientos en fosa realizados con sillares, así como, algunas placas o impostas con decoración geométrica que adornaban el edificio por el exterior.
Posteriormente, este edificio sufrió numerosas remodelaciones. Las más importantes se datan en época moderna, siglo XV d.C., y constituyen el edificio tal y como lo podemos ver hoy. Estas obras se atribuyen al obispo Solís, cuyo escudo aún permanece sobre el arco de entrada. De ésta época son los muros exteriores que se anexan en la cabecera, la torre-campanario, la capilla lateral con bóveda esquifada y los arcos fajones que soportaba la cubierta a dos aguas hoy destruida.
Ermita de San Ambrosio de Barbate
Enclavado en pleno pinar de la Breña, se levanta la ermita de San Ambrosio contrucción visigotica del sur peninsular.
Una minuciosa obra de rehabilitación llevada a cabo en dos fases -del 98 al 2000 y de 2002 a 2004- logró sacarle todo el brillo arqueológico y constructivo, de cara a su inmediata puesta en valor. Pero, incomprensiblemente, hoy día está abandonada a su suerte y al designio de las vacas que, literalmente, pastan allí a sus anchas. Y es que en la actualidad esta propiedad del Obispado de Cádiz y Ceuta está arrendada y es objeto de pastoreo.
Así lo lamenta la arqueóloga que dirigió la excavación, Paloma Bueno, quien asegura que se le parte el alma cuando regresa por el que fue el centro neurálgico de su trabajo durante estos cuatro años que duró la intervención, junto a las dos escuelas taller que se pusieron en marcha para su recuperación.
"Lo dejamos perfecto, hicimos la obra de consolidación a través de una gran estructura enorme de metal, se limpió, se hizo el vallado, un camino de acceso y se excavó. Solo faltó techarlo". Incluso se arreglaron las naves anexas de cara a la construcción del futuro centro de visitantes. Pero la falta de entendimiento entre administraciones o la propia desidia y falta de interés que este tipo de iniciativas culturales despiertan en este país, y en esta provincia, hicieron el resto. Y eso que fue en época de bonanza económica.
¿El resultado?
Un bien patrimonial -fue declarado BIC en 2004- dejado a su suerte, inmerso en la vegetación que salvajemente aflora sobre el terreno y cuyo máximo fin es servir de alimento a los bóvidos. Animales que, por cierto, pisotean los restos romanos que encuentran a su paso, ya que bajo a la ermita yace una villa romana y detrás, la necrópolis.
Un bien patrimonial -fue declarado BIC en 2004- dejado a su suerte, inmerso en la vegetación que salvajemente aflora sobre el terreno y cuyo máximo fin es servir de alimento a los bóvidos. Animales que, por cierto, pisotean los restos romanos que encuentran a su paso, ya que bajo a la ermita yace una villa romana y detrás, la necrópolis.
Y no queda aquí la cosa. Según asevera la arqueóloga, una enamorada de este bello rincón al que regresa cada vez que puede, "hay restos que dejamos en el terreno porque no pudieron ser depositados en el Museo de Cádiz que han desaparecido. Aquello quedó vallado y cerrado". Pero los candados están rotos, entregando este bien a la total desprotección.
Haciendo recuento, la ermita fue sometida a dos intervenciones de rehabilitación y de consolidación con la puesta en marcha de la Escuela Taller de San Ambrosio I y II, en una actuación que promovió la Mancomunidad de la Janda con la colaboración del Obispado de Cádiz como propietario, el Ayuntamiento de Barbate y el INEM, que subvencionó el proyecto. Este trabajo fue concebido como un proyecto multidisciplinar integrado por diferentes grupos de albañilería, carpintería, recursos forestales, turismo rural y el módulo de auxiliar de arqueología que lideró la propia Paloma Bueno.
El fin era rehabilitar la ermita y su entorno, para lo que se realizó el Proyecto de Intervención Arqueológica de Urgencia que fue aprobado por la Delegación de Cultura en abril del 99 con el fin de realizar las investigaciones arqueológicas previas a los trabajos de restauración. "Fue un trabajo muy gratificante", rememora.
Concretamente, durante los dos primeros años se llevó a cabo la eliminación de construcciones anexas derruidas, se excavó parte de la necrópolis y la villa romana -tanto en el atrio de la ermita como en la trasera- y se localizaron importantes restos constructivos como columnas, mosaicos, pintura mural, cerámica, vidrio y numismática. La segunda escuela taller trabajó en el apuntalamiento de los arcos, el estudio paramental, ejecución del cerramiento, recuperación del acceso, mejora del entorno e instalación de paneles.
Fue tal el fervor que despertó en su momento, que el Ayuntamiento de Barbate le otorgó el nivel de protección integral, propio de los yacimientos que deben ser conservados para su estudio y disfrute cultural público. Pero de nada sirvió, ya que ni Obispado, ni Junta, ni Ayuntamiento de Barbate ni Mancomunidad de Municipios de la Janda velan por su salvaguarda.
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